Wednesday, November 30, 2005

Protocolo de Kioto.

Más de 8.000 ecologistas, científicos y oficiales del Gobierno asistían a la conferencia de 10 días en la ciudad de Montreal, y algunos de los 120 ministros de Medio Ambiente y otros líderes gubernamentales eran esperados la semana que viene en las negociaciones finales.

Esta conferencia fijará los acuerdos sobre el nivel de emisiones que deban ser reducidos después de 2012, cuando comience la segunda parte del Protocolo.

Los 140 países que ratificaron el tratado se reunieron por primera vez desde que el protocolo de Kyoto fue aprobado en 1997, y hoy miércoles estaban preparando un incremento oficial de las regulaciones por las que el tratado debe ser llevado a cabo.

Estados Unidos, el mayor emisor de gases contaminantes del mundo, rechazó unirse al acuerdo de Kyoto, con el presidente, George W. Bush, asegurando que los niveles de emisión del tratado iban en detrimento de la economía de Estados Unidos.

En lugar de ello, ha prometido destinar 5.000 millones de dólares anuales para ciencia y tecnología que sirva para combatir el calentamiento global.




Pena de Morte

Si un milagro de última hora no lo evita, Robin Lovitt se convertirá hoy en el preso número 1.000 que morirá -por inyección letal- en una cárcel estadounidense desde que el Tribunal Supremo reestableciera la pena capital en 1976.

La cara y el nombre de este acusado de asesinar con unas tijeras al encargado de unos billares se ha convertido ya en todo un símbolo para los movimientos que piden la abolición de la pena de muerte, pero también para aquellos que siguen apoyando el último recurso contra los delincuentes. Antes que él, esta misma semana, fueron ejecutados John Hicks y Eric Nance.

El luctuoso recuento ha resucitado una vez más el debate sobre la utilidad de la pena de muerte en un país donde está vigente en 38 de sus 50 estados y que, según las más recientes cifras, mantenía en los corredores de la muerte a 3.471 reos. Sólo Nebraska tiene como único método la silla eléctrica.

Pero contra lo que pudiera parecer, y de acuerdo al Centro de Información para la Pena de Muerte, la ejecución 1.000 coincide con la erosión del apoyo de los ciudadanos a la pena capital. Según una encuesta del mes pasado, el 64 % de los estadounidenses están a favor, pero aunque es un alto porcentaje es menor que el 80 % que lo hacía en los años 90. También el número de ejecuciones se ha reducido a la mitad. Frente a las 98 de 1999, que marcó record, el año pasado murieron «legalmente» 59 personas. En todo esto algo ha tenido que ver que en los últimos 30 años, 122 condenados a muerte hayan salido de prisión tras demostrarse su inocencia.

Extractos do artigos publicados na Voz de Galicia a 30/11/05.

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